Durante los años en que la actividad portuaria chilena tuvo su mayor auge, Constitución y Curanipe tuvieron un papel protagónico en el desenvolvimiento de esta actividad, puesto que contaban con astilleros para la construcción de embarcaciones menores encargadas de transportar la mercadería de los barcos hacia el puerto y viceversa; estas embarcaciones eran los faluchos, los cuales cumplieron un papel fundamental antes de que se estableciera la mecanización de los puertos.
La construcción de estas embarcaciones era hecha de manera artesanal, con madera de roble maulino que los mismos trabajadores de los astilleros sacaban de los cerros. A pesar de ser un trabajo estrictamente manual, este alcanzó un alto grado de especialización mediante el uso de plantillas de cada pieza, permitiendo una reproducción exacta del prototipo.
Los faluchos medían alrededor de 18 metros de largo por 8 de ancho y tres o cuatro de alto y su construcción tardaba alrededor de tres meses.